miércoles, 26 de septiembre de 2007

"Vellum" de Hal Duncan


Hay frases iniciales que en sí mismas representan todo un programa de intenciones. “Toda historia épica debería comenzar con un mapa ardiendo”, el arranque de “Vellum” de Hal Duncan, es una de ellas. El lienzo sobre el que Duncan pinta su fresco es más que épico, pues sobrepasa los confines del espacio y el tiempo, hasta el punto de que los mapas se hacen redundantes: el mapa es el libro, pero el furor del cartógrafo provocó la combustión del documento, que termina asemejado a un enjambre de brasas ingrávidas que revolotean cual luciérnagas ante los ojos del lector, obligado a formarse una imagen, un “collage” mental, antes de que el marco de llamas de cada capítulo consuma el texto.

Claro que orientarse mediante un mapa ardiendo puede plantear serios problemas si lo que se quiere es llegar a algún sitio. Ahí reside el quid de la polémica: mientras la plana mayor del fantástico “literario” actual (Shepard, Jeffrey Ford, VanderMeer) ha cerrado filas con Duncan saludando “Vellum” como un acontecimiento de los que hacen época, muchos de los lectores tradicionales de género han tenido que recurrir a extrañas teorías conspirativas, con sobornos editoriales de por medio, para explicarse las entusiastas reseñas dispensadas a un libro al que no ven pies ni cabeza.

La historia que subyace a “Vellum” , en sí, no es nada nuevo: un grupo de ángeles partidarios de un orden dictatorial combate a otro grupo renegado, de obvias resonancias diabólicas, a lo largo y ancho del tiempo y del espacio, sin permitir que ningún ser de naturaleza sobrenatural se sitúe al margen de la contienda. Tampoco la idea de un universo múltiple, un metauniverso, el “Vellum” (o Pergamino) del título, supone un desafío conceptual infranqueable, ni tampoco motivos como el de las nanomáquinas capaces de manipular la realidad a nivel molecular, o el de las versiones alternativas, ucrónicas, de nuestro mundo ya conocido.

Lo que convierte el libro en todo un desafío es su densidad textual, su fragmentación, su enfoque caleidoscópico que pretende dar una idea de su cosmos donde las nociones tradicionales de tiempo y espacio no son aplicables. Habiéndosenos presentado un reparto de personajes envuelto en peripecias que comienzan “in medias res”, pronto nos encontramos sumergidos en capas de narración: mitos inmemoriales, sumerios o griegos, que los sucesos de la trama claramente reflejan; saltos hacia atrás y adelante en el tiempo, que parecen explicar mucho de cuanto vino antes o prefiguran cuanto vendrá después; subtramas independientes que aparecen de vez en cuando, cuyos protagonistas parecen ser los mismos que conocemos, salvo por detalles que lo hacen imposible, sutiles indicios (como grafías alteradas de referencias culturales básicas) que insinúan que estamos en un universo alternativo, otro de los pliegues y recovecos del Pergamino, donde nuestros héroes han seguido un camino diverso.

Esta estructura atomizada hará sospechar a más de uno que Duncan es incapaz de crear y sostener un arco narrativo tradicional, y que, a la hora de redactar la que a fin de cuentas es su primera novela, ha recurrido a la treta de enlazar y entremezclar varios relatos breves y novelas cortas con elementos y personajes comunes, adaptándolas a una premisa general ambiciosa y tramposilla que le exime de observar una mínima coherencia. No faltan argumentos para sostener tal tesis: tanto el prólogo como el epílogo son relatos autoconclusivos, sin interpolaciones extrañas, de una calidad más que notable, y abundan bastante las secciones estancas, que suponen pequeñas novelas dentro de la novela, como puede ser la crónica de los primeros años de Seamus Finnan, antes y después de la I Guerra Mundial; la expedición al corazón de Asia en busca de Kur, la legendaria ciudad de los muertos, donde se hallará un lenguaje prehistórico, transcrito fonéticamente en pieles humanas, capaz de desencadenar un devastador poder; las andanzas de Jack Flash, anárquico héroe futurista al estilo Jerry Cornelius que es interrogado y analizado por sus captores (segmento que por cierto me ha recordado sobremanera a “The Invisibles” de Grant Morrison, cuando un aprisionado King Mob evoca su alter ego juvenil, Gideon Stargrave); o la iniciación angélica de Phreedom Messenger, incorporada a un universo mítico mediante la marca que le tatúa la diosa Eresh, en un alucinante despliegue de percepciones superpuestas donde la realidad virtual, la religión legendaria y el violento y sórdido mundo físico coexisten equivalentes.

Puedo entender a quien se le indigeste el libro: no sólo es díficil no perderse en sus páginas, sino que a mi juicio es un efecto buscado, una manera de decir que, si nuestro universo cotidiano se ajusta con dificultad a técnicas tradicionales de narración lineal, mucho menos lo iba a hacer un multiverso caleidoscópico donde a menudo los efectos preceden a la causa, se puede escapar desde 2017 a 1971, y Prometeo es interrogado en un matadero por figuras de su pasado melodramático de trauma en las trincheras, agitación socialista y nacionalista, y amadas perdidas embarazadas de un lord inglés.

Habrá también quienes encuentren la narración alargada, que a Duncan le gusta leerse como a otros les gusta escucharse. Uno de ellos es el pope Clute, quien opina que “Vellum” es víctima en cierta medida de la era del blog, donde no existen cortapisas editoriales y cada uno se extiende y se luce tanto como el corazón le pide. Es posible (los que visiten el blog de Duncan, “Notes from the Geek Show”, constatarán lo kilométrico de sus entradas), pero, al menos en mi opinión, uno de los elementos que sostienen la lectura del libro, y que me ha hecho terminarlo en mucho menos tiempo que otros con una inmerecida fama de “pasapáginas”, ha sido la fluidez de su lenguaje, su capacidad evocativa, inventiva, emocional, descriptiva, paisajística, su exigencia consigo mismo, su facultad de crear segmentos aislados intensos y absorbentes... que sin embargo quedan interrumpidos y obligan cada cierto tiempo al considerable esfuerzo de comenzar, en cierto modo, la lectura de un nuevo libro. El hechizo termina por reestablecerse, pero refuerza la opinión de que "Vellum” es un libro hecho de partes más que un todo, y pueden hacer sospechar, como en la obra de otro virtuoso, David Mitchell, que en la época postmoderna, si no sabes cómo terminar una historia, la tejes dentro de otra, y así sucesivamente.

Puede ser que esté hablando por hablar, y que “Ink” , la continuación y conclusión de “Vellum” , que tengo también delante de mí mientras escribo, cierre satisfactoriamente el ciclo iniciado en el primer volumen y me saque de mi presente ambivalencia. “Vellum” , está claro, es un libro meritorio, que ha llegado para armar ruido, crear controversia, agitación, demostrar lo que se podría hacer con el arsenal literario de la fantasía y la CF, forzar a la relectura y la reflexión dentro de unos subgéneros demasiado acostumbrados al entretenimiento de usar y tirar. Algo muy diferente sería que los procedimientos de Duncan se convirtieran en norma y en excusa para fárragos impenetrables de autores menos dotados, y de un estilo menos carismático y atrayente, pero los libros como “Vellum” siempre serán excepciones, marcadores de la Última Thule o las Columnas de Hércules, pruebas de que en la literatura de género, como en cualquier otra, caben lo sencillo y lo difícil, lo familiar y lo arriesgado, la honradez del artesano y las pretensiones del innovador. En principio pueden hacerse grandes cosas dentro de ambos enfoques, y preferir uno a otro en abstracto me huele a prejuicio. Yo estoy encantado de que “Vellum” exista, pero me esperaré a leer “Ink” para dar muestras de un entusiasmo que por ahora se mantiene latente.

6 comentarios:

AnthivS dijo...

Hola, estaba buscando informacion de este libro y me ha sido muy util tu blog. Gracias!

Unknown dijo...

Soy el traductor de Vellum e Ink para la versión española. Nunca podría haber hecho un comentario tan bueno como la excelente crítica del Abuelo Igor. Realmente son libros muy difíciles con múltiples niveles de lectura, eso dará opiniones para todos los gustos, pero en cualquier caso habría que esperar a la segunda parte, Tinta. De ese segundo libro me llamó especialmente la atención la genial reinterpretación de ciertos pasajes del Génesis que hay en sus páginas y un epílogo de cuento de hadas que, a modo de guinda del pastel, te deja el corazón blandito tras una historia compleja y a veces un tanto indigesta. A mi abuela no le gustó Vellum, pero hizo el esfuerzo por leerlo y es lo único que pediría a la gente por el valor que ha demostrado su autor, Hal Duncan, al compartir una fantasía tan sincera con el resto del mundo. Gracias de nuevo al Abuelo Igor, y a AnthivS por mandarme el enlace de esta página.¡No dejéis de soñar!

Abuelo Igor dijo...

Siento no haber echado un vistazo en profundidad a la edición española, porque de verdad es que traducir una obra así es una labor para valientes. Debe ser el típico libro en el que te das cuenta de muchas implicaciones y dobles sentidos "a posteriori", cuando ya has entregado el manuscrito como definitivo.

Creo haber dicho en algún lugar, sin embargo, que lamento que La Factoría haya prescindido de los diferentes tipos de letra del original, que ayudan un poco a la hora de orientarte en el laberinto.

Sobre "Ink" ya escribí y, reconociendo sus innovaciones, me sentí un tanto defraudado al echar en falta parte de la textura en plan milhoja del primer volumen, centrándose más en el concepto que tiene Duncan de una novela "con más acción" (concepto que, bueno, no tiene por qué coincidir con el del público en general).

Aunque bien es verdad que en la relectura de "Vellum" comprendí mucho más lo que pasaba y lo pasé mucho mejor, conque le sigo dando el beneficio de la duda a la continuación.

Dama Tenebrosa dijo...

Hola,

Creí que me volvía loca al empezar a leer Tinta. Lo dejé, lo volví a coger. Lo dejé pensando que estaba loca, empezando a leer la segunda parte primero. Pero lo he retomado y ahora estoy enganchada, igual ha cambiado algún pliegue de la realidad y ahora resulta que estoy en uno en que me gusta el libro. Vaya usted a saber.
Muchas gracias por su opinión de Vellum. Me ha decidido a leerlo y a terminar de leer Ink primero. Parece ser que no habrá mucha diferencia entre uno u otro pliegue primero.

Dama Tenebrosa dijo...

Gracias por esta entrada sobre Vellum.
Empecé con Ink y lo dejé. Lo volví a tomar y lo abandoné en la estantería desde donde me miraba aviesamente. Casi un año.
Lo he vuelto a retomar y estoy enganchada.
Después de leer esta entrada, estoy decidida a leer Vellum también.
Ya sé que no es el orden correcto, pero acaso puede importar si me paso de un pliegue a otro de forma desordenada?
Un saludo y muchas gracias.

Abuelo Igor dijo...

Yo creo que los libros de Duncan se benefician enormemente de las segundas oportunidades. Ya dije que "Vellum" me gustó muchísimo más cuando decidí releerlo, y sospecho que lo mismo me pasará con el segundo tomo. En principio uno continúa al otro, pero me da la impresión de que uno se puede enganchar, o perder, igual con el segundo que con el primero si se leen independientemente. Y por cierto, no tengo ni idea de qué hace Hal Duncan últimamente. Habrá que informarse.

Saludos, Dama.