domingo, 9 de marzo de 2008

V Muestra de Cine Fantástico, tercer día


He dicho en más de una ocasión, refiriéndome al cine oriental, que para qué necesitábamos ver películas sobre extraterrestres pudiéndolas ver hechas por los propios extraterrestres. También he dicho, y quizá algún día lo desarrolle aquí, que los mecanismos psicológicos de los gustos por el cine de arte y ensayo y por las frikadas serie B de ciencia ficción y terror son primos hermanos. De modo que no me sorprende nada que en festivalillos como el que se desarrolla en el Palafox de Madrid este finde aparezcan títulos como “Soy un cyborg” de Chan-Wook Park. Aunque tampoco me sorprende que a la grey gritona que jalea con aplausos las escenas donde salpica sangre le complazcan más peliculillas bastante peores que la del coreano, como “The signal”.

Lo grande, o lo desesperante, según se mire, de Park es su capacidad para romper expectativas, su manera de ponerte a prueba durante toda la duración de sus películas con un asalto constante de ideas visuales, argumentales y narrativas en la tenue línea divisoria entre lo genial y lo ridículo. Si ya en los capítulos exteriores de la “Trilogía de la venganza”, Park se complacía en un sentido del humor extravagante, el hecho de ambientar en un psiquiátrico su incursión en la comedia romántica abre el camino para cotas inimaginables de frikismo que no hacen sino comenzar con el planteamiento: una chica internada en el centro está convencida de ser un ente mitad humano, mitad máquina, sólo capaz de funcionar con electricidad, y la ayuda sólo le podrá venir de otro interno que se pasea por allí con una careta de conejo y posee el poder, al estilo de Jacquemort en “El arrancacorazones” de Boris Vian, de arrebatar a los demás sus características y habilidades.

Park, como ya hizo en “Sympathy for Lady Vengeance”, se pasa la estructura en tres actos por el arco del triunfo, acumulando los episodios de una manera torrencial y recurriendo con asiduidad a un humor que nos es difícil juzgar a falta de contexto cultural (acordaos del batacazo en las pantallas convencionales de “The host”, peli de la que se esperaba un éxito popular). La película encantará a los que entren en su peculiar juego y provocará considerable rechazo en quienes busquen realismo psicológico y conformidad con los tópicos del cine occidental. Pero negar a estas alturas el talento de su director, su imaginación, la originalidad de su mirada y estética, sus recursos inagotables de puesta en escena, su habilidad para no dejar a nadie indiferente, sería como seguir manteniendo que Garci es el mejor cineasta español. Bueno, hago trampa porque sé de alguno que lo piensa...

A mis compañeros de platea les ha gustado mucho más “The signal”, película de medios más que modestos sobre los efectos devastadores de una misteriosa radiación televisiva que convierte a los ciudadanos normales en bestias homicidas. La rudimentaria realización, con abundancia de planos cortos, dictados, supongo, por la escasez de iluminación disponible, y desconociendo el significado de los conceptos “trípode” y “puesta en escena”, posee sin embargo el inesperado aliciente de estar firmada por tres directores sucesivos que se han repartido los tres tercios de la historia, con diferencias de estilo y enfoque, desde el “psycho-killer” setentero hasta la grimosa farsa de humor negro y las ínfulas de arte y ensayo, que hacen entretenida, por encima de sus actores de tercera regional y sus chistes no siempre intencionados, la típica peli que nunca veríamos de no ser por este tipo de festivales.

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