miércoles, 9 de julio de 2008

Thomas M. Disch (1940-2008)


Da rabia ver desaparecer del mundo a un autor cuya obra uno andaba detrás de conocer mejor. “El ejecutivo”, novela de fantasía y terror llena de humor gamberro, de sátira y desmadre imaginativo, me dejó en su momento un poco indeciso, pero “En alas de la canción” me reveló a ese gran escritor del que todos hablaban, en una obra difícil de definir y de abarcar que funcionaba tanto como retrato distorsionado de la intolerancia en la América profunda, como confesión en clave sobre una sexualidad ambigua, como reflexión acerca del poder liberador del arte, aun dentro de un entorno degradado y grotesco.

Pues nada, con “334”, “Campo de concentración” y “Los genocidas” permanentes en mi lista de deseos de Amazon, me llega la noticia de que Disch, a los 68 años, dejó el mundo por su propio pie. La lástima al ver a un hombre de semejante talento tan acorralado por sus problemas que le fue necesario bajarse del mundo en marcha se acrecienta aún más si nos damos cuenta que se trataba de uno de los últimos representantes de un arte perdido, de uno de los pocos autores realmente buenos dentro de un subgénero, la ciencia ficción, conquistado por una facción de eternos adolescentes que pretendieron y lograron (como también pasó en la música rock) purgar todo tipo de pretensiones artísticas y adultas de entre sus filas.

Disch se cansó de desplumar pollos contra el viento y se pasó a otro tipo de literatura, a la poesía, a los cuentos infantiles (recordemos aquella “Tostadora Valiente” que adaptó la Disney), a la novela de terror vitriólica, al ensayo crítico sobre el género que lo vio nacer como autor, concebido casi siempre con obvias ganas de fastidiar (léase si no “Los motivos de vergüenza de la ciencia ficción”, que incluye perlas como considerar al subgénero una rama de la literatura infantil o describir al protagonista de “Tropas del espacio” de Robert A. Heinlein como un homosexual fetichista que disfruta siendo flagelado en público; tal vez Paul Verhoeven tuviese ideas similares en mente al acometer su adaptación al cine).

Pero en fin, ya lo dije, me falta conocimiento de este autor para lograr una semblanza convincente. Ojalá el choque de su desaparición sirviese al menos para reanimar el interés en su figura, en facilitar que algunos de sus libros regresen del limbo donde permanecen, a pesar de que incluso Harold Bloom lo incluyese en su “Canon occidental”. Menuda mala idea lo de empeñarse en escribir sobre marcianitos, cuando podría haber ganado el Nobel con la gorra...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me quedo con la recomendación, aunque suponga conocer a este autor tras su muerte.

bonito lunch dijo...

llegue aca, buscando algo relacionado entre damon albarn y el gran andy partridge, y aproveche para dar un vistazo y esta bueno.
soy fan de xtc y de john irving.
saludos desde buenos aires.

Abuelo Igor dijo...

Andy iba a producir "Modern life is rubbish" de Blur, pero al final los planes cambiaron. Creo que fue después de que Partridge insistiera en que había que afinar los parches de la batería en una nota determinada y se pasaran unos cuantos días sin grabar nada.

Por cierto, me llegó hace poco el álbum con la colección completa de los "Fuzzy warbles", las demos de Andy, y son un tesoro. Hay canciones inéditas que para mí superan a la mayoría de "Apple venus" y "Wasp star".

Sobre John Irving, bueno, ya leerías que la última no me hizo mucha gracia, pero sigo recordando con agrado casi todas las demás. No fui capaz de leerme en su día su debut, "Libertad para los osos", y tengo aún pendiente "El hotel New Hampshire". "Un hijo del circo" me parece bastante infravalorada.

Saludos desde Madrid.