jueves, 21 de mayo de 2009

Flashback: Loco por tus huesos (Capítulo XX)


Un niño de unos doce años, con peluca empolvada y demás aditamentos de segunda mitad del siglo XVIII, interpreta sin esfuerzo piezas de virtuosismo romántico en el salón de Pedro Arteaga. Este, sumido ya en considerable estupor, recibe por parte del niño la oferta de elevar a la fama y la gloria las sonatas, cuartetos, poemas sinfónicos y óperas que Pedro ha escrito para sí mismo pero no saca a la luz pública por complejas razones psicológicas. ¿A cambio de qué? La aparición elige desvanecerse.

Visitando Ciudad Centro, Carla von Waldberg experimenta una mezcla de fascinación y pánico, alegría ante la aparente liberación de la mujer y sorpresa ante el culto localizado a la misma violencia, tanto sexual como de la otra, de la que ella misma ha sido víctima hace cien años de nada. Boris acaricia, distraído y disimulando, en el asiento trasero, los muslos de Carla, pero sus ojos vuelven a ver putrefacción, borbotones de sangre, insectos, calamares gigantes emergiendo de las profundidades. Por su parte, Carla clava en la osada mano, hasta herirla, sus largas uñas pintadas de rosa. Ninguno dice nada.

El verdadero inspector Tanner recibe en su mazmorra la visita de varias jóvenes acólitas de de Soto, que se despojan de sus túnicas, depositan en sus labios besos alucinógenos, se aparean con él, aún encadenado, y le extraen sangre. Tanner va debilitándose.

En el centro de Ciudad Centro, Carla huye de improviso del fúnebre Rolls, y Boris sale en su busca, conminando a Vernon a regresar a la mansión. Poco sabe éste que en su garaje aguarda Vera Bach, machete en mano.

(Continuará)

No hay comentarios: