sábado, 14 de noviembre de 2009

Flashback: Loco por tus huesos (Capítulo XLV)


Takeshi, deprimido al no hallar por ninguna parte a Pamela, muerta o viva, abandona a pie el Castillo de Mármol, donde Ops, alojado en el cuerpo del Andrógino, cuyo sudor y otros fluidos corporales ostentan ahora una leve tonalidad verde, ha restablecido el orden a sangre y fuego. Además, el gobernante ha encontrado un modo muy sencilo de otorgar continuidad a su estirpe, tan sencillo que ya el vientre regio se dilata tiernamente bajo la púrpura. A Takeshi le importan poco los reyes, sus miserias o sus grandezas; la muchacha situada bajo su cargo por el destino ha desaparecido. Para alguien como él, esa es la mator deshonra del mundo. Sobre su cabeza, las deidades vengativas y caprichosas ríen, deciden que por ahora dejarán en paz a este monigote y se concentran en otras diversiones, por ejemplo, desencadenar huracanes sobre América Central. Errando, Takeshi llega a su mundo. Llegado a su exigua pensión, aprenderá por la prensa el asesinato de Jason Michael, se duchará, comerá lo mínimo y escuchará en su contestador un mensaje cifrado con un nuevo encargo. Takeshi no conoce la voz, pero nosotros, por el acento alemán, podemos colegir que se trata de Werner Wehrmacht.

Cara a cara con Monseñor de Soto en su Santuario, Boris Valli rememora las últimas palabras del verdadero inspector Tanner, “Besa los pezones a tu tía Ada de mi parte”, evocando también la imagen de su padre, Bertrand, recibiendo un balazo justo en el lugar del pecho donde siempre había experimentado atroces dolores, y desapareciendo acto seguido. Boris es despojado de sus ropas y convertido en el centro de un ritual en donde varias acólitas, también desnudas y muy embarazadas, operan sexualmente sobre él. Por vez primera, Boris se deja llevar sin mostrar repugnancia alguna hacia el sexo. No así Franz, que acecha.

(Continuará)

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