sábado, 12 de diciembre de 2009

Flashback: Loco por tus huesos (Capítulo XLIX)


Bufalino de Mantua, alias Bertrand Valli, mira tristemente a los ojos de Pedro Arteaga. “Me robaron la obra de mi vida”, dice, “ahora mi auténtico heredero nacerá y nadie sabrá qué hacer con él. Menos mal que no lo veré”. Pedro Arteaga no puede hablar; la mueca maligna del Niño con Peluca, de pie detrás de Bufalino, se lo impide. Este último se da la vuelta y los dos desaparecen. A principios de 1976, en el aeropuerto de El Cairo, un puñado de testigos incrédulos observan a un hombre blanco, guiado por un niño disfrazado de principito del siglo XVIII, acercarse peligrosamente a un helicóptero preparado para el despegue.

En Villa Arcadia, Tobías, incapaz aún de penetrar con éxito a Ada, ejerce sus poderes psicokinéticos sobre las zonas críticas del cuerpo desnudo de ella, recién salida de la ducha. Ada grita como si la asesinaran: es el mayor clímax erótico de toda su vida. Haciendo caso omiso de los centinelas alarmados, Ada corre hacia Tobías, cuyo lugar de espionaje conoce, y, en un espíritu loco de apasionamiento y gratitud, consigue por medios violentos consumar la unión física con el chico. Tobías, que, con todas las emociones de los últimos tiempos ha adelgazado y está, si no guapo, sí resultón, se siente más enamorado que nunca tras esta salvaje experiencia y piensa que nada los separará ya a él y a Ada. Tiene razón, pues los milicianos, enterados de la consumación, escoltarán a ambos hacia Raratonga.

(Continuará)

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