sábado, 26 de diciembre de 2009

Flashback: Loco por tus huesos (Capítulo LI)


Al borde de una laguna verde de la isla de Raratonga, hombres, mujeres, animales y seres de fantasía aguardan con cantos y bailes la aparición de Dios y Gretchen, prestos a celebrar su boda.

En una lúgubre caverna volcánica iluminada con velas, una criatura con afilados dientes y una mirada de profunda inteligencia surge del útero de Irina, bajo la mirada expectante o temerosa, según quién, de Geller Bach, milicianos arácnidos, Orlando y los maniatados Ada y Tobías, por no hablar de Boris, impasible y ajeno a todo. El llanto del recién nacido es una canción... que recibe respuesta. Papa Vendredi ejerce sus habilidades musicales, a falta de mejor recurso para evitar la catástrofe que se avecina si el niño mata a Ada, absorbe cuerpo y alma de Tobías mediante la energía vital liberada, entra en fase de crisálida y se metamorfosea.

Entre el público de la boda se encuentran Pamela, que ha acompañado a la isla a Papa Vendredi, y Flowers, quien detrás de una palmera observa a la muchacha y planea añadirla a su personal. Pero apenas llega a dar dos pasos antes de caer de plano al suelo. Su mirada hacia arriba encuentra la de Takeshi.

En la cueva, el Retoño fascina a Papa Vendredi, quien, a punto de caer bajo su poder, desencadena serpientes de relámpago en la cueva. Ada y Tobías, conscientes de su amor y de su próximo fin, se besan sin cesar. Boris, consciente de que el Retoño es en parte suyo, logra llegar hasta Papa y lo abate de un puñetazo. Las luces se apagan y las nubes se disipan, pero el Retoño ha desaparecido. Los milicianos rebuscan cada rincón de la cueva, hasta topar con un macabro espectáculo: el recién nacido sirve de festín carnívoro a una asilvestrada prole de gatos, cuyos progenitores son Fritz y Foxy y que han llegado a la isla preternatural e inverosímilmente como polizones en diversos barcos y aviones. Geller Bach, desilusionado y deprimido ante su fracaso, hace liberar a Ada y Tobías, dispersa a la milicia y abandona la cueva en dirección incierta, quizá buscando un Niño con Peluca que reverdezca sus laureles como compositor. Orlando contempla desolado a Irina, muerta en el parto, y llora añorando su vida común de delincuencia y sexo salvaje. Boris, cuyo último recuerdo es besar los pechos de una embarazada, no tiene otra idea que intentar consolarlo. Ambos salen fuera, entre los festejos, sin reparar en Takeshi, que abandona la isla en una barca sin otro fin que perder de vista a Pamela, pues sabe que ella nunca deja de pensar en él.

Los novios han aparecido por fin; el agua de la laguna hierve; de ella, y de entre los muertos, surge Jason Michael, para oficiar la ceremonia.

(Concluirá)

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