No marigolds in the Promised Land: There's a hole in the ground where they used to grow.
viernes, 4 de enero de 2008
Cierra Discoplay
Me enteré ayer en su local de La Vaguada: Discoplay, la mítica tienda de discos, material audiovisual y artículos de lo más variopinto, que desarrollaba gran parte de su venta por correspondencia, pegará el cerrojazo a finales de este mes. Más de treinta años de actividad, de ofertas irrepetibles, de locales míticos como aquellos en Los Sótanos de la Gran Vía madrileña, llegarán a su fin.
Se me tildará de abuelete nostálgico (lo cual en gran medida soy), pero no puedo olvidar aquellos tiempos en los que la música era un bien tangible, algo que merecía la pena rastrear, buscar y adquirir, en lugar de una anónima corriente de datos, sin peso, sin imagen y sin el rostro de una persona, que por no costar nada tampoco se valora nada.
Antiguamente, la emoción de encontrar una copia en vinilo de aquel disco legendario que dabas por perdido, el ritual de abrirlo, de limpiarlo, de hacer bajar la aguja sobre el primer microsurco, daban un sabor diferente a las canciones, un compromiso más estrecho. A medida que el elepé iba acumulando ruiditos en las partes más tranquilas y uno luchaba contra la entropía mediante gamuzas especiales, aerosoles antiestáticos y demás, se fraguaba una relación de amor con el objeto poseído y coleccionado, una gradual encarnación del ideal artístico, que continuó, en menor medida, en la época del disco compacto.
No nos llamemos a engaño: el coleccionismo es en gran medida una manía e incluso tiene algo de enfermedad, pero entre sus aspectos positivos está la conservación de obras artísticas, el apoyo incondicional a una forma de expresión. Siempre he pensado que los grandes hitos de las culturas griega, romana y si me apuráis medieval han perdurado gracias al afán de un puñado de frikis coleccionistas con hábito monacal, obsesionados por tenerlo todo en la biblioteca de su abadía.
¿Y a qué viene todo esto? Sencillamente a que el cierre de Discoplay me parece otra etapa más en la muerte del disco, y el tema me preocupa. Que mis tesis sean impopulares me la trae bastante floja, pero ya me va cansando un poco que el público, cada vez que descarga un disco de manera gratuita, se crea un Robin Hood o un David acertándole en el ojo al Goliat de las pérfidas multinacionales, cuando en realidad el fin que le mueve es lisa y llanamente no gastar un duro en bienes que a su juicio no lo merecen. A nadie se le ocurriría pensar que unos vaqueros de marca, las consumiciones de un bar nocturno o un asiento del Bernabéu les corresponden de manera gratuita por derecho divino, pero sin embargo esta asociación de ideas sí se da en cuanto respecta a la música o el cine.
Que sobre la política de nuestra Sociedad de Autores se pueda correr un estúpido velo es una cuestión muy diferente, pero a nadie se le ocurre qué pasaría si a través del E-Mule los jefes de tu empresa se pudieran bajar un programa que realizara el mismo trabajo que tú pero sin cobrar el más mínimo salario. A nadie se le ocurre pensar de dónde surgen las películas o las canciones. La percepción de que todo eso procede de multicorporaciones consagradas a dar gato por liebre al humilde ciudadano de a pie mediante productos infames y que bajárselos de la red o comprarlos en la manta supone dar al poderoso donde más le duele no es más que demagogia barata.
En realidad, a las multinacionales, dadas sus múltiples subdivisiones en todos los ámbitos económicos, es muy difícil dañarlas: lo único que se consigue es que los consejos de administración den tijeretazos en las divisiones que menos beneficios proporcionan, que suelen ser, en el terreno discográfico, las de música clásica, jazz u otros estilos minoritarios. Bisbal va a seguir sacando discos, pero lo mismo a vuestro grupo ya no lo contratan. Sony o Warner seguirán estando ahí, pero vuestro sello independiente se declarará en suspensión de pagos pasado mañana.
El argumento de que vías de difusión alternativas como MySpace pueden difundir la música igual de bien o mejor que el disco es bonito pero me lo tienen que demostrar aún. Es decir, yo escribo aquí las tonterías que se me ocurran y en teoría están disponibles para que las lea cualquiera. ¿Significa ello que vayan a tener miles de lectores? No. ¿Deberé recurrir a otro tipo de canales para que el público sepa que mi blog exista? Desde luego. Si quiero alcanzar un éxito significativo, ¿habré de recurrir a medios de comunicación que tengan algo que ver con las perversas multinacionales? Mucho me lo temo. Me gustaría mucho saber la verdadera historia de estos grupos que nos venden como grandes revelaciones espontáneas a través de la red y conocer a quienes tienen realmente detrás.
En el fondo, el resultado no será otro que poner el mundo de la música más aún en manos de los grandes oligopolios, con la diferencia de que los jóvenes tendrán cada vez menores oportunidades de conocer los grandes momentos de la historia de la música pop, o rock, o el estilo que se os ocurra. Aniquilados, ante la competencia invencible de programas de intercambio gratuito, los comerciantes pequeños y medianos preocupados por su producto, sólo falta que se encuentre la manera de neutralizar las redes p2p para que una enorme cantidad de bienes culturales desaparezca para siempre de la faz de la tierra. Ahora mismo, un disco que no esté en el E-Mule no existe, así que imaginaos por un momento que el E-Mule deja de funcionar.
Amén de que me río un poco de la permanencia de los soportes electrónicos. Cualquier día nos alcanza un absurdo fenómeno electromagnético y nos quedamos sin discos duros, sin mp3 y sin telefonía móvil. Y resulta que los Rolling o Led Zeppelin sólo pervivirán en aquellos vinilos o cedés que unos pocos chiflados nostálgicos aún no habían tirado a la basura, y que, fijaos en la casualidad, habían sido comprados en Discoplay.
Ah, el Discoplay de los sótanos; qué tiempos. El cierre de Madrid Rock fue significativo, pero coincido en que el de Discoplay toca una fibra aún más sensible, aunque para ser justos, el de La Vaguada hace años que sólo se dedicaba a ofertas de otras cosas, como libros y películas. Las cosas de la edad le exponen a uno cada vez más a la nostalgia, y reconozco que cada vez que voy a la tienda de saldos de la Casa del Libro, no puedo evitar echar un vistazo en Melocotón, sólo por ver, porque sé que no me voy a llevar nada. Atesoro mis vinilos en un armario, y aunque alguna vez he contemplado la posibilidad de ponerlos en ebay, lo cierto es que nunca ha sido en serio. Además, me ocurre algo curioso últimamente. Escucho, sobre todo, música de los 70, que es la que guardan esos discos. Yo, más que el emule (internet son más cosas), utilizo otros canales para conseguir música. Cuando me siento al ordenador, pongo emisoras de música setentera en itunes, una delicia; cuando voy en el coche, rock&gol, que se dedica a lomismo a ciertas horas. Y es que lo del pirateo es cierto, pero a nadie del gremio le ha dado por plantearse en serio si es que la música atraviesa una crisis de calidad, que en mi opinión es escandalosa. La radio fórmula ha matado el talento en bien de lo comercial. Hace poco, El País publicaba un artículo en el que se denunciaban las nuevas maniobras de los estudios. Discos como el de Springsteen salen con 10 veces más de su volumen habitual de sonido, sólo porque todo va enfocado ya al ipod y al centro comercial, consumidos sin frecuencias sobrantes en la compresión, en sitios ruidosos. Guitarras sucias, elevadas, baterías machaconas, ritmos electrónicos abruptos, mezclas imposibles: calidad cero. Comparar cualquier cosa de Janis Joplin con, por ejemplo, el ubícuo Umbrella sería de risa, así que me resistiré semejante prueba, pero basta oír a Supertramp, Deep Purple, Led Zeppelin, Dire Straits por un lado, y cualquier cantante de fusión jazz soul por otro, para echarse a llorar con la diferencia. Rectifico, no es nostalgia, es simple sensatez. El Revival setentero está al caer, y dale tiempo para que el ruido del surco sea incluído en algunos temas.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de la piratería, a mí también me revienta esa actitud que mencionas. Yo sé que estoy robando, sin más, cuando me bajo algo del emule, y jamás intentaré dignificarlo. Una de las cosas que ha demostrado es que las leyes son necesarias, porque esto es parecido a la rotura de escaparates en pleno disturbio urbano: la gente, sin autoridad que se lo impida, roba. Roba si sabe queno va a sufrir acción punitiva. Sin vigilancia, sin leyes, la propiedad privada no existe.
Dicho esto, me gustaría sin embargo poner un matiz a la cuestión, y es que creo que la industria se merece lo que le está pasando, se merece el hurto indiscriminado del que está siendo objeto. Si algo ha evidenciado el pirateo musical y cinematográfico es el abuso al que las empresas de ambos gremios tenían sometido al cliente. Me refiero a los precios. Porque alguien que llevaba años cobrando con márgenes del 80% sobre ganancia no es merecedor de compasión alguna. Han estado décadas esquilmando al personal, así que ahora no me produce ninguna lástima lo que les pasa. Yo lo llamo justicia. Pasa en muchas actividades, sí, pero estamos hablando de ésta. De otras podemos hablar cuando surja.
Ey, si tú eres abuelete nostálgico yo también debo serlo. Anda que no tengo LPs y CDs comprados en la Discoplay. Cómo recuerdo aquellas tardes con los amigos mirando arriba y abajo el catálogo recién llegado, haciendo la lista de la compra y ajustándola al limitado presupuesto. O la "tensa" espera hasta que llegaba el paquete, bajabas a buscarlo a correos, el frenético momento del reparto...
ResponderEliminarPero más que la muerte del Discoplay a mí me alarma la sorda desaparición de los pequeños comercios dedicados a la venta de discos. Ahora mismo en Santander apenas quedan tiendas que vendan música y las que hay han tenido que diversificar sus ventas hasta el punto que a la que más aprecio y que tenía un mejor catálogo (Flash) ha comenzado a vender otros productos, incluidos mangas (imagínate una tienda de lo más elegante, especializada en vender CDs de grupos de los 60 y 70 y cantidades industrales de Jazz y Blues cediendo espacio para vender "Naruto"; tebeo que merece el mayor de los respetos, pero que no parece estar en el lugar más adecuado). La verdad, no le doy demasiado futuro :(
Pero el "enemigo" no lo veo tanto en el emule y la música de la red como en las grandes superficies que han proliferado como una Hidra y a las que hemos vendido nuestras alma. Es allí donde se han ido los compradores y el dinero, y donde las productoras y distribuidoras ponen en juego sus productos.
Sobre el tema de los derechos del creador y cómo está evolucionando el tema, opino como tú. Pero el salto tecnológico es inevitable y hay que buscar la mejor manera de adaptarse a él. Y se va a llevar muchas cosas por delante.
Por cierto. Es un engorro tener que poner la identidad google cada vez que se quiere postear. Mola más un sistema un poco más abierto ;)
Muy curioso (y triste) que el cierre de Discoplay sea paralelo al de otra tienda de discos de mi ciudad a la que solía acudir frecuentemente, Fan Records. No había vinilos, ni era muy antigua que se diga, pero creo que fue allí donde me hice con media discografía de Iron Maiden, Marilyn Manson, Nirvana o Extremoduro. Además, ¡era la mejor tienda que había donde conseguir discos, películas o juegos para la PlayStation de segunda mano baratísimos! Una lástima.
ResponderEliminarYo soy de los que se suelen bajar films o música de Internet en cantidades industriales, pero sin acercarme ni de lejos a la posición de todos aquellos que usted cita, los que, por no gastarse un euro, descargan todo lo que pueden (¡aun sin gustarles!) olvidándose de lo que esto puede llegara ocasionar a la industria. También yo, de vez en cuando, me asomo por algún centro comercial para comprar algún DVD, algún libro, alguna serie que, en definitiva, aunque los podría conseguir por otros medios, me gusta tenerlos porque considero que el dinero gastado bien lo merece. Pero mucho me temo que, o alguien tiene una idea que deje bien a las dos partes (cosa poco probable), o estamos, en efecto, ante el fin del cine y de la música tal y como lo conocemos ahora.
¡Un saludo!
Kaplan: Como tienda, estaba ya sólo el Discoplay de La Vaguada, pero la sociedad de venta por correspondencia, que era el verdadero iceberg de la punta, se mantenía en el negocio con su inefable catálogo.
ResponderEliminarDesde luego que los de la industria son los cuarenta ladrones de Alí Babá, pero en el fondo, como digo en mi entrada, a ellos no les va a pasar nada. Si alguien hace explotar la Estrella de la Muerte, Darth Vader se va a escapar en su capsulita, pero los currantes la palman todos.
Y no sólo los currantes. Te sorprendería saber la cantidad de discos míticos que están siendo descatalogados y dejan de estar disponibles. Recuerdo hace poco cuando me recorrí todas las pocas tiendas de discos de Madrid buscando cedés del Genesis de Peter Gabriel. Pues había cuatro títulos significativos que no tenía absolutamente nadie. Y si ya te vas a géneros como el jazz o el clásico, échate a llorar.
Hablando de mi experiencia como consumidor (que siempre es más entretenido que hacer clic con el ratón, y además sales de casa), mi tendencia a conseguir cosas buenas sin gastar demasiado era factible mientras había un mercado, pero, ¿y ahora, que está dejando de haberlo? Cuando quiebren también los Amazon y similares, ¿con qué excusa salimos para descansar un poco de la parienta?
Nacho: La desaparición de esos pequeños comercios es el drama, porque ahí están los vendedores que saben. No digo que no haya comprado nunca buenos discos en el Carrefour, pero fue hace mucho tiempo, no me acuerdo del último.
Aquí en Madrid, el equivalente de esa tienda que mencionas sería M.F., que antaño era una cadena bastante respetable y ahora se reduce a un único local en la capital, que sobrevive (¿te suena de algo?) doblando como quiosco de prensa.
Por supuesto que los programas p2p no son el demonio, tienen ventajas muy claras. Te permiten acceso a lo descatalogado o no editado, o bien dar una oportunidad a determinados artistas sin correr riesgos. Pero que son un factor esencial en la caída del disco yo lo tengo muy claro. Aunque todavía no he visto a nadie quedárseme mirando con cara de bobo porque estoy quitándole el plástico a un CD en el metro, supongo que acabará por suceder.
Y yo creo que tanto la Flash que mencionas como M.F. vivían más de Bisbal o de Melendi que de exquisiteces. Lo que pasa es que las grandes superficies, por su volumen de ventas, soportan esas pérdidas, mientras que los pequeños no.
Hola. La desaparición de Discoplay es una tragedia como otra cualquiera, yo lo echaré mucho de menos. Las descargas gratuitas tienen, como decís, aspectos positivos, pero mientras algunos bajan musica pero continuan comprando discos, la inmensa mayoría no ve necesario gastar dinero en algo que consiguen gratis, eso es obvio y dificilmente solucionable. Lo de Madrid Rock fué un duro golpe para muchos de nosotros, sobre todo viendo lo que abrirían después en su lugar. Y lo de Discoplay representa lo que tenemos hoy, un completo cambio de los tiempos. Lo triste es que solo nos preocupa o afecta a unos cuantos, como decia,a la inmensa mayoria que cierren tiendas especializadas, negocios de distribucion, discografias independientes,... se la trae floja mientras sigan tniendo acceso a música gratis.
ResponderEliminarHola blogueros: me he enterado esta semana a través de mi suscripción a FM y no doy crédito.
ResponderEliminarSe cae uno de los grandes, si bien, dadas las circustancias del mercado en los últimos años, y algunos problemas legales que ya atravesó en su día, Discoplay ya no era ni sombra de lo qe fue.
Fue en el año 81 cuando creo que, a través de unos amigos, recibí el primer BID.
¡Cuanta emoción, que oferta más amplia y que poca pasta para gastar!
Recuerdo perfectamente el primer disco que compré: La edad de los colores, de Azul y Negro, de moda aquel año por llevar la sintonía de la Vuelta Ciclista España.
A partir de ahí, y gracias a la revista, descubrí muchos grupos, discografía, historia, y fuí cimentando mi afición a la música, que perdura hasta hoy.
Revisados y comprados los vinilos del mes, muchas fotos de sus páginas pasaban a ilustrar la carpeta que llevabas al colegio. Flamantes portadas de los Maiden, la agresividad nordica de los Scorpions, los clásicos como Doors o Hendrix ¡toda la nueva ola española!
En Discoplay compré piedras angulares de la historia del mejor pop español: A Santa Compaña, Menos mal que nos queda Portugal, casi todos los de Alaska, Los de parálisis...
Con el paso de los años he conseguido mantener mi afición y ampliar considerablemente mi colección. Y así sigo. Rastreando las pocas tiendas que quedan y brujuleando por ebay o todo colección. Lo cierto es que cada vez, hay menos sitios físicos donde pasar una tarde genial, con los dedos sucios, llenos de polvo de pasar carpetas.
Como todo hijo de vecino he probada los p2p. No me gusta. No me gusta la música sin formato. Un disco es la comunión de muchas artes, y el resultado final, era una pequeña obra de arte.
Hoy un disco son datos que viajan a ninguna parte. la gente descarga colecciones enteras que luego no escuchas. ¡Que gustazo terminar la colección de tu artista favorito cuando has estado buscando una pieza largo tiempo!
En fín, descanse en paz el alma de Discoplay (por cierto hasta ahce poco se podía ver on line todas las revistas de sus historia, y era genial recordar...)
Save the viny!!!
Pues me acabas de dejar flipado... Yo aún lo recibía!
ResponderEliminarMis primeras cassettes me las compré por la Discoplay, y en su día me llegaron a entregar un diploma de experto en música.
Me estoy haciendo mayor o la industria se ha convertido en una devoradora de mitos y de alimento para la basura?
http://metalbitacora.blogspot.com/
Buscando información de porque no recibo últimamente el Discoplay me he encontrado con este blog. Me quedado muy triste. Era cliente desde 1982. Por aquel entonces cuando no había Internet, el Discoplay era la manera de estar al día de los discos que salían. No se porque me dio entonces por guardar todos los boletines, los estuve coleccionando hasta 1999. De vez en cuando los reviso y me trae grandes recuerdos. Recuerdo que Correos me tardaba mas de un mes en entregar los paquetes (bueno casi como ahora…). En fin, es una pena que vayamos perdiendo el lado físico y tangible de la música. Me horroriza tener que pagar en iTunes o algún sitio por el estilo, pagar por…nada. Se acaba el soporte físico mal que nos pese. Una pena lo de Discoplay.
ResponderEliminar¡¡Vaya¡¡, acabo de enterarme por un casual preguntando en un foro de Internet. Como he dicho allí, era un recurso único para que la gente que vivimos en pueblos pequeños alejados de las grandes superficies estuviéramos al día de las novedades. Allí se encontraban auténticas gangas en libros y Cd's, aparte de títulos muy difíciles de encontrar en otros sitios. Aparte de su practicidad, no dejo de pensar que era algo que formaba parte de mi vida, primero a través de mis hermanos mayores y después siguiendo conmigo, que seguí comprando, prácticamente cada dos meses. Descanse en paz, pero vaya que lo siento muchísimo.
ResponderEliminar¡Qué triste noticia! Yo también fui durante bastante tiempo cliente de Discoplay, lo mismo que mi hermano. Discos, libros, camisetas, posters... ¡Ah! y estoy completamente de acuerdo contigo en todo lo que dices en este post. Enhorabuena por tu blog. Saludos.
ResponderEliminarEstaba pensando porque no recibía desde hace tiempo el boletín de Discoplay y se me ocurrió meter "Discoplay" en Google y apareció esta triste noticia. Es una gran pérdida. He comprado multitud de Cds (los vinilos por correo parecen menos seguros y últimamente no había), videos y libros. sobre todo Música Clásica y Jazz. Si me parece que el otro día recibí el último paquete.
ResponderEliminarPara no ser tan pesimista, quiero decir que hace poco lei en la prensa que se están volviendo a editar vinilos. Nos hemos acostumbrado a la comodidad del CD, pero sin duda alguna la calidad de la música analógica es incomparablemente superior a la digital.
Saludos
Llego tarde a esta defunción, no por esperada menos triste. He leído con mucha atención tu entrada, y estoy muy de acuerdo con ella.
ResponderEliminarYo tambien echo mucho de menos el abrir un CD, un vinilo... Y tengo resentimiento hacia todos los que han colaborado desde dentro de la industria a que este haya pasado.
Mientras en el mundo audiovisual la tendencia es la evolución (del video al DVD, del DVD al Blu-Ray), en la música es curioso el hecho de que del CD Audio se haya pasado... al MP3, un formato que no deja de ser una rendición de la cinta de cassette. Sin ruido de fondo, pero desde luego con menor calidad que un CD. Y eso que ahora se podría escuchar las canciones en la misma calidad en la que se graban digitalmente, o son masterizadas desde una fuente analógica (24 bits a 96000khz).
Somos guerreros de lo imposible. Pero yo quiero que vuelvan los tiempos en los que me ponía las cascos en mi casa para poder escuchar y sentir el mensaje escondido en los vinilos o CDs.
14 años tengo yo y me da una penita... Mi madre, que adora la música (afición heredada, por cierto), recibía todos los meses en el buzón su Boletín Discoplay... recuerdo que me lo pasaba, lo ojeaba y hacía el tonto con él. Además, siempre me pedía algún disco a mí y me hacía una ilusión...
ResponderEliminarLa verdad es que estamos en pleno retroceso. El MP3 es muy cómodo, pero resulta demasiado "automático", y la calidad suele ser inferior a la de otros formatos. Escucho música en MP3, en CDs, en vinilos y a veces hasta en cintas de cassette... Pero el sonido de la aguja rasgando el disco es...mágico. Ahora se están reeditando muchos álbumes en vinilo (hasta algunos grupos de brutal death metal eligen ahora este medio), de lo cual me alegro, sin duda, pero el cierre de Discoplay es un antes y un después en cuanto a esto.