jueves, 28 de mayo de 2009

Flashback: Loco por tus huesos (Capítulo XXI)


Papa Vendredi, estupefacto por haber perdido el control de la zombificada Vera, invoca Potencias Superiores desconocidas por los más altos iniciados del vudú, aunque no por una clocharde de Saint-Germain-des-Prés, quien vendió en 1953 la invocación por dos botellas de pastis y un polvo rápido en un callejón oscuro. Las Potencias Superiores se carcajean de la perilla y las gafas ahumadas de Papa Vendredi y le sugieren buscar a una niña y a un viejo japonés, dueños de un secreto esencial para este asunto.

Los aludidos, es decir, el maltrecho Takeshi y la abnegada Pamela, que ha llegado a improvisar una rústica parihuela de troncos para transportar al primero a través de la nieve, parecen haberse dormido y soñar: guerreros con armadura medieval cabalgan en un horizonte donde se dibuja un castillo blanco de mármol. Una risa maléfica, al borde de las frecuencias humanamente audibles, permea el cielo lechoso, las rocas, el deshielo.

En uno de los peores barrios de Ciudad Centro, Carla vagabundea perdida. Tomándola por una indefensa inmigrante del ex bloque comunista, un individuo rapado, tatuado y enfundado en cuero, apodado Flowers, la aborda con excesivo desparpajo. Por lo pronto, Carla le escucha desplegar su abominable pidgin eslavo.

Ada Valli sube en ascensor el más alto rascacielos de la ciudad, con propósitos suicidas.

Vernon hace compras antes de volver a la mansión.

Una mano enguantada, en 1898, salva de ahogarse en el Moldava al moribundo Franz von Waldberg.

Geller Bach halla finalmente a su Führer: un niño gordo llamado Tobías.

(Continuará)

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