viernes, 28 de agosto de 2009

Flashback: Loco por tus huesos (Capítulo XXXIV)


En el Santuario de Soto, Ada, desnuda, es obligada a punta de pistola a besar y excitar a Tobías, como preludio de lo que debe ser la primera experiencia sexual de éste, pues las profecías recogidas por Geller especifican que el futuro Führer debe asesinar a la primera mujer con la que copule, quien además debe ser una hembra insaciable, con innumerables amantes en su pasado. Pero la boca de Ada posee un fuerte sabor a nicotina, lo cual produce náuseas a Tobías, y además su prmera visión de una mujer sin ropa (sus padres, como buenos progres de izquierdas, son de lo más puritano), si bien causa interesantes cambios en su pequeño pene, no obstante le perturba profundamente, siendo víctima de un temblor nervioso que le imposibilita para hacer algo que ni siquiera conoce de oídas. Saltándose astutamente el asunto de las profecías, de Soto fija un plazo de siete días, los restantes hasta el próximo eclipse lunar, para que Ada consiga su objetivo, si no, se le informa, será ajusticiada sin piedad.

En ese mismo instante, se oye derrapar un coche y una puerta es derribada. De Soto, sin perder un momento, conmina a dos miembros de la Milicia Arácnida a evacuar por la puerta trasera a Ada y Tobías, que deberán ser trasladados a la finca particular de Geller Bach en Arcadia. La orden es prontamente cumplida, mientras empiezan a sonar disparos. De Soto comienza a murmurar un conjuro letal, pero es viejo y la memoria le falla, así que, tras dos intentos más, abandona el plan y se interna por un pasillo secreto.

La configuración interna del Santuario, sus pasillos, tabiques y estancias, experimenta modificaciones a medida que Bertrand, Boris y Franz se abren camino en él a tiro limpio. De pronto, se ve pasar al Arlequín por una galería elevada, al fondo de una amplia estancia. Franz, con mirada helada y puntería infalible, lo hiere, pero éste escapa, dejando un rastro de sangre sobre el damero dorado de las baldosas. Bertrand afirma, “Ya lo atraparemos luego”, y una moldura desplazada por él los interna en un corredor terminado en una mazmorra lóbrega donde la otra víctima prevista para Tobías, el verdadero Tanner, entretiene sus últimos momento luchando con las ratas. Bertrand señala a Boris a este hombre barbado y demacrado: “Hijo, te presento al hombre que mató a tu madre”.

(Continuará)

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