Ambas publicaciones retratan en portada a una modelo semidesnuda, y ambas, a su manera, sirven para mantener vivos diferentes aspectos del instinto reproductor.
Si lees la primera eres un salido sórdido e irresponsable. Si lees la segunda eres una persona de bien que lleva la especie a buen puerto.
Por más que traten de decirme que el sexo al que pertenezco, el masculino, es el dominante, a veces tengo la impresión de que nos ha tocado la parte menos digna del proceso copiador de ADN.
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