sábado, 22 de mayo de 2010

Yvonne Loriod (1924-2010)


En pos de querer crear la leyenda romántica de Olivier Messiaen, nos olvidamos un poco de la buena de Yvonne, su alumna, brazo derecho y esposa, que tomó el relevo de Claire Delbos cuando ésta sucumbió finalmente al deterioro de su tejido cerebral. Ahora a los listos les gusta ningunear las interpretaciones de Yvonne, prefiriendo a otros intérpretes con mayor pedigrí, pero lo cierto es que, incluso si sus versiones de las “Veinte miradas al niño Jesús” o las “Visiones del amén” pueden mejorarse, no me imagino que estas obras existieran siquiera sin la presencia de aquella joven pianista 16 años menor que el maestro. Son obras cálidas y humanas y se nota mucho para quién están escritas, al contrario que el posterior “Catálogo de pájaros”, que, con todas sus virtudes, parece escrito ante todo para competir en modernidad con los “Klavierstücke” de aquel gamberro alumno de composición de Olivier, Karlheinz Stockhausen. Yvonne Loriod, a quien recuerdo a punto de tropezar y caer aparatosamente al suelo cuando salió al escenario del Auditorio Nacional madrileño para tocar “Des canyons aux étoiles”, tuvo en el trabajo de su marido una influencia mayor de lo que se le suele reconocer a una esposa, y supongo que incluso a los expertos les costaría determinar dónde termina la mano de Messiaen y dónde comenza la de ella en la partitura del póstumo “Concert à quatre”. Amén de que Messiaen, enemigo de acabar con la vida de cualquier ser vivo, se resignaba a que los insectos terminaran con su jardín, y tuvo que ser la sufrida Yvonne quien matara unas cuantas hormigas voladoras por él.

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