jueves, 1 de agosto de 2013

Las uñas de Alfred Brendel


 
Cuando, en un vídeo de los “Años de peregrinaje” por Brendel, advertí sus dedos vendados, me acordé de aquel colega mío que admiraba a G.G. Allin por romperse varios dientes con el micro en sus actuaciones y me pregunté si comprometer la integridad del cuerpo en aras de un ideal, artístico o no, es romanticismo, es punk, es idiotez o las tres cosas. Con la escucha de uno de sus ciclos Beethoven, uno advierte que Brendel no se partía las uñas por intensidad peligrosa: su versión, incluso, hace clásico al sordo, disminuye su furia, y uno piensa que una deficiencia vitamínica, una fragilidad física, pueden dictar un estilo. O no: Michel Petrucciani se rompía varios huesos en sus conciertos, y cuando inclinaba su minúsculo cuerpo para llegar a los agudos, nadie sabía si podría volver a la posición inicial.

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