Es francamente curioso que un hijo, lejos de llevar la
contraria al padre, dé sus primeros pasos honrando su memoria de manera
escrupulosa cuando aún está vivo. Mientras Cronenberg padre se muestra
demasiado inquieto y finalmente se las arregló, con “Cosmópolis”, para alienar
a los pocos forofos de la vieja guardia que aún lo seguían, su hijo Brandon
ofrece lo que su padre ya dejó atrás, a saber, la enésima fábula de contagio,
carne y sexo sublimado, servida con estilo más glacial que nunca, pulso
narrativo digno de “Stereo”, es decir, inexistente, y mayores pretensiones que
cualquiera de las últimas de papá. Hace gracia que "Antiviral", que ironiza
sobre el culto a la celebridad, hasta el punto de vender enfermedades de los
famosos o su propia carne clonada para consumo alimentario, constituya tan
gigantesco anuncio de la marca “Cronenberg”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario