Los puristas plomizos lo veían como un insulto al cine. Los
frikis terminales incapaces de disfrutar de una peli si es buena lo tenían en
un pedestal un tanto inmerecido. Yo mismo, cuando afirmo que los niñatos de hoy
no saben lo que es una mala película, suelo tener en mente varios ejemplos del
viejo Jess, y sin embargo guardo un cierto cariño hacia su figura como emblema
de mi aprendizaje cinéfilo y por asociarla a épocas comparativamente más
felices de mi vida. Me fastidia, no obstante, el culto que los progres le
rinden solo por ser una oveja negra, un vividor canalla que escapó de la España
franquista, cuando yo lo prefiero como joven firmante de los terrores y
thrillers a lo Welles en blanco y negro que él mismo repudiaba quizá por
recordarle lo que pudo haber sido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario