Mis hermanos no saben quiénes son Ozu o Mizoguchi, y
Kurosawa les suena vagamente, pero todos han visto “El imperio de los sentidos”,
película aún discutida (para unos, valiente exploración de los límites de la
sexualidad; para otros, explotación consciente y calculada de la nueva
permisividad setentera) y francamente poco erótica, quizá por rupturismo
artístico, quizá por la frialdad intelectual de Oshima. Curiosa tanta
explicitud en un cineasta que siempre fue oblicuo, y apenas dos o tres
secuencias recuerdan a sus obras anteriores, pero al menos vuelven la densidad
temática y la multiplicidad de interpretaciones. El sexo desatado sería la vía
de escape tanto de una mujer oprimida como de un hombre abocado a seguir la ola
militarista de su sociedad, pero en la práctica un par de planos detalle hacen
olvidar a muchos que se les transmiten unas ideas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario