No voy a negar que la Muestra es una cita ineludible, por el
ambiente, los colegas que solo ves allí, el vértigo de la sesión continua que
no es reproducible en casa porque al final la pereza te vence y la siguiente
peli terminas viéndola dos horas después. Incluso este año hubo una jornada, la
del sábado, ejemplar debido a su variedad, su alternancia de tonos y ritmos.
Pero faltó ciencia ficción, faltó Francia, faltó terror hecho en serio, faltó
saber de cine a la hora de escoger. Faltó, como siempre, buena organización
(que los abonados nos encontremos al salir una cola que da tres vueltas a la
plaza tiene delito… y encima ahora el Callao tiene 200 butacas menos). Un amigo
me dice que a este paso va a volver a las entradas sueltas y pasar del abono.
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