Tras la muerte, el renacimiento, pero, como el Sherlock
Holmes vuelto de las cataratas, podría argumentarse que ya no era el mismo. Desde
1971, tenemos a un Oshima “depurado”, preocupado por dejar siempre clarísimo su
mensaje (quizá por dirigirse mayormente a un público extranjero dados sus
contratiempos en Japón) y adoptando muchos modos estéticos, típicos del cine de
su país, hasta entonces repudiados. “La ceremonia” recuerda en muchos aspectos
a “Noche y niebla…”, utilizando toda la puesta en escena suntuosa del “viejo
cine”, pero pervirtiendo temáticamente su folklorismo plástico, mediante
escenas de violaciones, incesto y abusos varios que vienen a simbolizar de
manera bastante obvia la corrupción inherente a unas estructuras sociales
heredadas de un feudalismo inmemorial. Desaparece el entretenimiento
intelectual de extraer un significado fugitivo, pero la estructura en flashbacks
y el pulso firme mantienen muy bien el visionado.
lunes, 30 de diciembre de 2013
"Gishiki" (1971): El gran teatro de la sociedad
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