Una herida en la que Oshima hurgó con frecuencia, desde
su corto “El diario de Yunbogi”, fue la conflictiva relación entre Corea y
Japón. Aun hoy, un Chan-Wook Park afirma que “no hay que perdonar a los
japoneses”, y los descendientes de quienes llegaron de la península vecina
siguen teniendo mucho que contar. Pero Oshima no reivindicó la igualdad entre
ambos pueblos con realismo social, sino con una enloquecida comedia del absurdo
en la que los mismos personajes viven las mismas peripecias dos veces y, pese a
ser conscientes de ello en la segunda vuelta, no pueden evitar que ciertas
situaciones se reproduzcan. Se cuenta que la repetición deliberada de escenas lleva
45 años provocando quejas al proyeccionista por parte de los espectadores, entre
los cuales, dado que me negaba a leer las sinopsis “spoileadoras” de Filmoteca,
he de incluirme.
sábado, 28 de diciembre de 2013
"Kaette kita yopparai" (1968): Atrapados en la espiral del prejuicio
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