domingo, 19 de abril de 2009

Perder el alma por falta de uso


El cuento de Ramuz para “La historia del soldado” de Stravinsky lo deja claro: el diablo quiere el violín del soldado a cambio de riquezas porque el instrumento es su alma. Pero a cambio se verá obligado a vivir solo, sin que nadie lo reconozca, ni sus amigos, ni su propia novia. Al verlo, todos lo tomarán por un aparecido, un muerto viviente.

Los cuentos encierran sabiduría. En nuestro caso, no podemos hablar de riquezas, ni siquiera de una moderada abundancia, pero a cambio, la funda de la Epiphone cría polvo, convierte en permanentes las manchas de la pintura del piso hace dos años. Y va a ser verdad que existe el alma y que su ausencia es perceptible por quienes poseen cierta sensibilidad, o al menos por las mujeres, que son casi los únicos seres cuya sensibilidad nos importa mínimamente.

Es duro ser una persona sin alma, pero se puede vivir, igual que se puede vivir sin un apéndice o sin un riñón. Aparte de que lo de la soledad no es del todo cierto. Los muertos vivientes empezamos a ser legión, y un día conquistaremos el mundo.

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