jueves, 8 de julio de 2010
The amputee 1974
Cuando se plantea el tema de la dudosa salud mental de los artistas, uno de los sospechosos habituales suele ser David Lynch. Siempre he pensado que atribuir la extravagancia a las drogas o a la locura supone una falta enorme de fe en la imaginación, pero a veces pueden entrar dudas. Si uno tiene que probar dos tipos de cinta de vídeo que acaban de llegar al American Film Institute, ¿lo lógico es rodar a una mujer con ambas piernas amputadas que escribe una carta sin inmutarse mientras un enfermero la trata de curar provocando una abundante hemorragia? Lo más inquietante es el aire de cotilleo suburbial, de chismes privados que el público no puede entender del todo, que se destila del texto de la carta, leído en off. ¿Tienen los acontecimientos entre estos personajes algo que ver con el hecho de que la mujer perdiera ambas piernas? ¿Por qué el enfermero le recorta la punta del fémur? Cinco minutos muy incómodos que resultan difíciles de explicar y que resultan aún más irreales por la textura anticuada del vídeo. Quizá fuese una carta de odio temprana a un soporte que acabaría robando mucha de la estética de la creación audiovisual, quizá una broma macabra. La mujer es Catherine Coulson, colaboradora habitual de Lynch por aquel entonces y años más tarde inmortal como la Dama del Leño.
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