Tras ver completo el ciclo Oshima, pienso que “Ai no korida”
es su última película realmente buena, y que lo posterior no pasa de interesante.
Y eso que “El imperio de la pasión” solía encantarme, con su romance
transgresor y criminal condenado al desastre en un intransigente ambiente
campesino. Ahora creo que Oshima renuncia a su credo anterior jugando las bazas
del exotismo y la brillantez estética, que, en contradicción del guión, solo
hay tres años de diferencia entre Tatsuya Fuji y Kazuko Yoshiyuki, quien, pese
a su indudable belleza, derrapa fatalmente como actriz dramática; que la
dimensión política, centrada en el impresentable policía, peca de pueril, y que
el tormento final de los dos amantes está incompetentemente plasmado. Los
elementos sobrenaturales parecen tomados de Kaneto Shindo, pero he de confesar
que la resignación del fantasma del marido me llega.
lunes, 30 de diciembre de 2013
"Ai no borei" (1978): El pozo insondable del deseo
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