El
karma es tozudo: como mucho
público de la sala 1 ha terminado confundiendo la “mandanga”
doleriana (nunca me ha gustado la palabra, lo siento, para mí eso
siempre será la manera que tenía El Fary de
referirse a la marihuana) con el sabotaje, suena a justicia poética
que fuese el público de la sala 2 el único que pudiese disfrutar de
la clausura tal como fue concebida inicialmente (con la escena en
primicia de la suspendida “sine die” “Un lugar tranquilo 2” y
no sé qué más) y en cambio los sanos juerguistas de la sala 1 (y
de la sala 3, donde dice Twitter que varios se despacharon a gusto
contra la ínclita maestra de ceremonias) tuvieron que esperar una
hora larga para ver la peli de despedida, “The boy 2”.
La
espera obligó a más de uno con mal horario a marcharse sin ver
nada, pero no fue del todo aburrida dada la iniciativa espontánea de
los creadores de un juego, “Spoilers”, basado en adivinar
películas a partir de una serie de pistas (algo un poco menos
currado de lo que parece, pues las pistas son líneas de diálogo
textuales que aparecen en el tráiler doblado, con lo cual los que no
se saben los guiones palabra a palabra y se lo ven todo en original
no tienen esperanza alguna de ganar). He de decir que este “extra”
de la Muestra contuvo el que fue mi momento favorito de humor negro
en todo el fin de semana, cuando, después de una pista que rezaba
“Son muy dificiles de matar”, alguien exclamó “¡”La lista
de Schindler”! Eso en Twitter te valdría crucifixión en la plaza
pública, pero a mí en aquel momento me hizo gracia, por lo estúpido
y por lo inesperado, porque sabíamos que probablemente sería algún
blockbuster tipo “Aliens” o así (ni siquiera recuerdo qué peli
era en verdad) y el salto conceptual de los típicos héroes de
acción a lo Schwarzenegger o Vin Diesel a un nazi creyendo que es el
mismo tipo de héroe resulta de una mala leche considerable. A esto
que acabo de hacer podría llamársele “explicar un chiste tonto
que se entiende a la primera”, pero en los tiempos que corren, ay
de ti como sobrevalores la capacidad de comprensión de según qué
público.
En
todo caso, nos desalojaron de la sala 1, donde tenía mi asiento
ideal, y terminé en primera fila y casi a un extremo en la sala 3,
que ya estaba bien ocupada antes de llegar nosotros. Y todo para ver
“The boy 2: la maldición de Brahms”. Estoy estrujándome un poco
los sesos para expresar por qué esta secuela no me convenció sin
destripar la primera película a los que no la hayan visto. Me tendré
que conformar con decir que el film original se basa en una de esas
premisas que a mí me funcionan siempre (por ejemplo, “analizando
una foto se ve un detalle extraño y se pone en marcha una
investigación para saber qué es” o “todo sucede a bordo de un
tren en marcha y la situación se tiene que solucionar durante el
trayecto sin que nada pueda suceder en tierra”; es que veré y me
gustará cualquier película que tenga esas bases, estoy convencido),
y que en la segunda parte se busca marear la perdiz para convencerte
que lo que estuviste toda la primera parte preguntándote si era o no
era resulte que ahora sí es cuando antes no, con lo cual toda la
lógica narrativa apunta a que sí tiene que ser porque entonces para
qué han hecho la película, así que adiós a esa incertidumbre que
era la gracia de la entrega inicial. Y no resumo de que iba porque
entonces sumáis dos y dos y ya os lo he contado todo. En fin, no
creo que este tipo de continuaciones sean la mejor opción para
clausurar la Muestra, en especial cuando (modo cincuentón
apocalíptico “on”) quién sabe si esta 17 Muestra SyFy habrá
sido la última de todas. Acordaos si no de “El último exorcismo
2”: nos cayó bien la primera en la última proyección de la etapa
del Palafox, pero en la segunda Damien Chazelle, como guionista,
prefiguraba todas las decepciones que me
tenía reservadas como director después de su toque de atención con
“Whiplash”.
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