sábado, 22 de enero de 2011

La notte delle bambole morte


De vez en cuando, tengo que salir en defensa de Umberto Lenzi. Desde “Comidos vivos”, “Cannibal ferox” y, sobre todo, “La invasión de los zombies atómicos”, su nombre parece haberse convertido en un sinónimo de “subproducto italiano gore de serie Z”, cuando lo cierto es que su trayectoria es mucho más que todo eso y que resulta injusto estigmatizarlo sólo por haber participado en el mismo fin de fiesta desmadrado, desprejuiciado y un tanto degenerado de la era del cine de género transalpino. Vamos, que, si Mario Bava no hubiese muerto en 1980, lo mismo habría tenido que descolgarse con alguna de canibales o alguna de guerreros apocalípticos del Bronx para poder llegar a fin de mes.







Lenzi, por lo pronto, es uno de los iniciadores del giallo, después de Bava pero antes de Argento, y uno de los exponentes más prolíficos del subgénero, al cual fue capaz de aportar toques originales, tal como se muestra en “Spasmo”, película que se salta varias de las convenciones de toda la vida: no hay secuencias de asesinatos (carencia que compensó George A. Romero para el estreno en USA), no hay ambientes tenebrosos o terroríficos (la mayoría de la acción sucede en localizaciones mediterráneas bañadas por el sol), no hay profusión de desnudos femeninos (aunque sí de muñecas eróticas) y en general resulta difícil catalogar la película como giallo mientras se está viendo, aunque, llegados al final, no quepa duda alguna al respecto.







Podríamos decir incluso que es una película adelantada a su tiempo: el misterio desconcertante que rodea a todo cuanto sucede al protagonista, con ese asesino que le persigue y que físicamente podría ser casi primo hermano de Dario Argento, apareciendo y desapareciendo, muriendo y resucitando, con esas tijeras de podar que se extravían y reaparecen en lugares distintos, con esa ominosa sensación de conspiración universal e insondable que recuerda un tanto a la de “Los espías” de Henri-Georges Clouzot, con esos veloces planos subjetivos en la carretera como imagen de una mente que se extravía, mucho antes de David Lynch, incluso con ese giro final que hoy es ya casi un tópico pero entonces no tanto, todo esto hace de “Spasmo” un título que ha aguantado los años bastante bien e incluso se permite licencias surreales con su cierta mala idea: las muñecas de tamaño natural que aparecen en diferentes lugares ahorcadas o atadas a un árbol y apuñaladas no sólo preparan el terreno para una conclusión inquietante, sino que podrían entenderse como una referencia burlona a la condición de objetos que suelen arrastrar los personajes femeninos del giallo.









La intriga bien dosificada, y el cierto ambiente de perversidad y de erotismo frío (en un momento dado, Maria Pia Conte bien podría ser una de las muñecas misteriosamente “asesinadas”) se complementan con una cierta pretensión de radiografiar el malestar psicológico de la alta burguesía, en una especie de versión serie B de Antonioni que no llega a cuajar del todo por problemas de ambientación, pero que deja otra vez en evidencia que el cine popular italiano de esta época tenía más culturilla de la que se le reconoce: aquí están René Clément y “A pleno sol”, Michael Powell y “El fotógrafo del pánico”, mezclados con las esencias del cine de acción de la época y de todo Mario Bava. El hecho de que Lenzi fuese capaz de crear una película tan inclasificable, tan extraña, dice más de su capacidad que las risas que algunos se han estado echando hace poco en Canal Plus a costa de “La invasión de los zombis atómicos”. El amor a la serie B a veces toma extrañas formas, pero quizá uno, dada su falta de sentido del humor, sea incapaz de comprender algunas de ellas.



1 comentario:

Dr. Hichcock dijo...

Realizador honesto donde los haya.