Hace poco, viendo en la Filmoteca la película que Sion Sono
estrenó antes de “Tokyo tribe”, “Why don’t you play in hell?”, nos dimos cuenta
de que lo proyectado era una copia digital de la distribuidora Avalon destinada
a cines. La película, no obstante, salió directa a vídeo doméstico. Hace algunos
años, alguien me dijo que la dirección de los cines Golem rechazó estrenar allí
“JCVD” de Mabrouk el Mechri, porque “no se ajustaba a la línea de programación
de las salas”. Es decir, que una película, aún después del calvario de
encontrar distribución, puede quedar inédita en pantalla grande a falta de
exhibidores que crean en su potencial. Resulta difícil imaginar el desmadre
yakuza de Sono, o su aún mayor desmadre hip-hop, entre medias de, por ejemplo,
las palmaditas en la espalda progres de “Pride” o las causas importantes a nivel global de
“Timbuktu”. La animación japonesa, retirado Miyazaki, perderá la escasa cuota
de pantalla que llegó a conquistar. Tampoco vamos a ver, salvo que se trate de
históricos como un Godard, un cine de autor que desafíe al público. Gracias, entre otros, a
Boyero, los distribuidores ya saben las películas que no tienen que comprar,
con lo cual incluso los circuitos de arte y ensayo se han vuelto de un
“middlebrow” que tumba.
Da igual que se consiga llenar el Callao hasta la bandera
cuatro días seguidos. A veces sospecho que ese público acude de los cuatro
puntos cardinales españoles, dada la escasa o nula taquilla de los muy
ocasionales títulos en la línea de la Muestra que se filtran hacia los cines a
lo largo del año. Sentirse mayoría durante un fin de semana de marzo es
gratificante, pero en realidad somos una minoría bastante silenciosa. ¿Dónde
está el canal digital que apueste por los tipos de cine que nos motivan, dónde
están las multisalas que dediquen al menos una de sus pantallas a traer todo
ese cine raro que, nos prometieron en su día, sería mucho más sencillo de
distribuir desde que se les acabó el chollo a los malignos y abusivos
laboratorios fabricantes de copias en 35? ¿Nos tenemos que conformar con ese
patio de colegio sin vigilantes que parece ser Internet, donde aparentemente no
hay línea editorial y la labor de orientar hacia lo que merece la pena de verse
no suele estar en manos muy expertas? El vacío de 361 días puede hacerse difícil
de llenar. Resulta irónico que los encargados de poner tiritas en la herida
sean unos representantes del mainstream cuyo canal no dedique ni siquiera un
horario noctámbulo (al que la función de grabación de los descondificadores
actuales daría un acceso facilísimo) a todo este cine terrorífico, gore, de CF
indie, oriental, de animación o de autor, pero si lo hacen en el único lugar
que realmente importa, que es una sala de cine, la incoherencia se puede
perdonar si no disculpar del todo.
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