martes, 19 de julio de 2022

526: XVIII Muestra SyFy: La sesión de los motivados



Nos hemos quejado mucho aquí de las pelis de la “sesión golfa” de madrugada, pero este año el desprecio infligido a la sesión de las 4 de la tarde ha sido público y notorio. Dolera solía llamar a esta sesión “la de los motivados”, y este dar por hecho que el grueso del público está aún por llegar ha desembocado en que se seleccionen películas un poco por “cubrir el expediente”, frase que, ahora que lo pienso, valdría como lema general de esta crónica. Pensar que en ediciones pasadas hemos visto en primera sesión cosas como “Encontré al diablo”, “Wolf children”, “Tucker y Dale contra el mal” o recientemente “In fabric” duele en comparación con el panorama de 2022. Incluso he tardado unos pocos segundos, al desempolvar el programa impreso (que no el legendario “tarjetón”, ausente este año en otra falta de respeto a los habituales, que los conservamos todos), en recordar qué película era “Night raiders”. Semejante olvido en apenas dos meses y medio no es buena señal.

Siendo abogado del diablo y yendo a la contra de todos, afirmaré que “Settlers” no me pareció tan horrible como se dijo, sobre todo poniéndola en la perspectiva general de la Muestra y en especial de las primeras sesiones. Ópera prima como realizador de un tal Wyatt Rockefeller, suscitó el interés de un compañero de colas, conspiracionista a ultranza, por saber qué nos apuntaría aquí sobre nuestro futuro inmediato un miembro de esas diabólicas élites que supuestamente nos rigen cual marionetas. Uno puede pensar que la colonización de planetas externos (en esta peli Marte) sería el futuro inmediato de la humanidad tras el agotamiento de los recursos naturales de nuestro planeta y la degradación del medio ambiente. Así, tenemos ese tramo inicial que es básicamente un “western”, con colonos sobreviviendo a duras penas mientras los antiguos pobladores los hostigan (aunque ahora esté de moda menospreciar el “western” como “película de las cuatro de la tarde en Telemadrid”, no olvidéis que en el fondo todo está en el “western”, porque su tema principal es aclarar qué es la civilización). Dentro de ese marco de película B con ciertas pretensiones que en años anteriores nos dio la lentamente reivindicada “Prospect”, la trama da un par de giros, el segundo de los cuales tiene que ver con si se puede convivir con el antiguo poblador e incluso amarlo o, en su defecto, procrear con él, añadiendo un elemento de tensión racial. Lo malo es que se cambia de tesis a media película, porque lo que nos queda es la hija superviviente siendo acosada por el nativo superviviente con fines reproductivos, queriendo dejar claro que lo de la diferencia de edad está muy mal y que una chica debe poder elegir su destino libremente, aunque sea en un planeta desértico donde ya no queda nadie más. ¿Esta es la disyuntiva que proponen los Rockefeller? ¿Libertad o extinción? Es como “La carretera”, de McCarthy: ¿sigue estando tan mal el canibalismo cuando no restan otras opciones? Estamos ante el tipo de preguntas difíciles que merecen ser abordadas con una enjundia que nos cuesta recordar en “Settlers”, aunque reconoceré que le debo otro visionado: con gritos y chistecitos de fondo uno no puede valorar en su cabal medida lo que una obra fílmica propone.



Desde luego, mucho peor “Shot in the dark”, título que me retrotrae a una de mis odiadas aventuras del inspector Clouseau dirigidas por Blake Edwards. La idea en sí no es mala: un asesino en serie que consigue escapar a base de automutilarse para aparentar ser una de sus propias víctimas, de paso haciendo pasar a una víctima, manipulada para que la policía acabe por abatirla, por el asesino. Lo malo es que este esqueleto argumental se pierde en un bosque de narración “envolvente”, llena de “flashbacks” confusos, subtramas de personajes irrelevantes y sobre todo una pose estética que pretende ser rompedora a base de desafiar el típico “acabado profesional” de la fotografía, lo cual desemboca en que se acabe tomando el título de la película en plan cien por cien literal: “Shot in the dark” no sería una frase hecha aludiendo a una suposición hecha al tuntún, sino que se referiría a que la película se ha “rodado en la oscuridad”. Hay desorientación, que parece deliberada, y esto se quiere subrayar con el hecho físico de que resulte difícil VER lo que está pasando. De veras, envidio a mi amiga Ara, que fue capaz de conectar su chip “Sundance” y entrar en la propuesta. Por mi parte, si esto es el cine de autor que supieron encontrarnos este año los programadores, a mí dadme a John Ford.



John Ford podría haber sido la referencia para “Night raiders”, pues conectaba un poco con la temática de “El gran combate”: nativos americanos que peregrinan en pos de un destino mejor. La progresión es descendente: no hablamos bien en 2020 de “Blood quantum”, que enfrentaba a indios de las reservas (entre ellos el ya legendario “abuelo ninja”) con un apocalipsis zombi, pero la recordamos con agrado al lado de esta distopía en plan “young adult” en la que una niña de la etnia huye de una escuela donde se la quiere educar para ser una especie de fascista americana perfecta para terminar liderando a los suyos hacia la tierra prometida. El elemento iconográfico más futurista es el típico dron que usan ya todas las producciones baratas para hacer tomas aéreas (y que de paso ha depreciado el poder evocador y sorprendente de las tomas aéreas), y el resto parece ser alguna ciudad medio abandonada de las que tiene pinta de haber unas cuantas a medida que subes desde Indiana hacia la región de los Grandes Lagos. La película, más que irritar como puede hacer “Shot in the dark”, resulta insípida a fuerza de convencionalismos: ni siquiera la revelación final de los poderes de la chica se aleja en exceso de los mutantes al estilo Marvel, y no creo que los elementos de la cultura india tradicional a los que se quiere aludir desde el principio queden muy bien integrados en el conjunto. Ni siquiera el factor “veterano recuperado” me funciona: no me entusiasmaba Amanda Plummer de joven y no parece haber evolucionado hacia una magistral intérprete de mayor. Es una película “correcta” en el sentido más peyorativo del término: buenas intenciones, realización e interpretación sólidas sin pasarse de inspiración, olvido inmediato.



Ya os digo, de las tres de sobremesa, le pese a quien le pese, sigue ganando “Settlers”: es la más llamativa visualmente, tiene giros de guion, sus tesis son más provocativas, y encima tiene al robot Steve: no hay color. Una pena que el público no le quisiera dar ni la más mínima oportunidad desde el inicio.

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