martes, 28 de agosto de 2007
"Magic for beginners" de Kelly Link
Es raro a estas alturas de la vida encontrarse con autores que lo enamoren a uno a primera lectura, pero Kelly Link logró hace algún tiempo tal proeza. Se trataba de un relato titulado “Louise’s ghost”, recogido en una de las recopilaciones anuales de Ellen Datlow y Terri Windling y que lograba dar un nuevo sentido a la historia de fantasmas contemporánea mediante un adorablemente excéntrico sentido del humor, una iconografía surreal y una consciencia melancólica y sensual de los sinsabores de la existencia humana. Treinta páginas bastaron para que me apuntara el nombre en la memoria, y desde entonces la reputación de Kelly Link no ha dejado de crecer en el ámbito anglosajón, mientras que su carácter inclasificable la ha convertido en una de esas firmas que se mantienen por debajo del radar de los editores españoles. Demasiado caprichosa e imaginativa para los lectores de literatura general, demasiado de arte y ensayo para los lectores de género.
Es difícil describir los cuentos que componen el segundo libro de Link, “Magic for beginners”. Su retrato minimalista de las pequeñas angustias de las clases medias suburbanas podría recordar a Raymond Carver, pero a la vez su surrealismo “pop” de constante trasfondo ominoso tiene mucho de David Lynch, pero sólo si David Lynch cultivase un humor sutil y lacónico como el de Neil Gaiman en un día inspirado. Algunas piezas replantean en clave irónica o perversa los clásicos cuentos de hadas, otros se adentran en una visión insólita de la cotidianeidad que desemboca en finales enigmáticos que provocan al lector para que saque sus propias conclusiones.
Pero no creamos que Kelly Link es un ladrillo vanguardista: su estilo depurado consigue una legibilidad pasmosa, sus voces narrativas se meten al lector en el bolsillo en muy pocas frases, de tal manera que sabe hacer aceptar, a quien quiere entrar en el juego, los saltos de lógica más delirantes. Sólo Kelly Link, a fuerza de encanto extravagante, puede dar una apariencia de normalidad a historias en las que los zombis son clientes habituales de un “Seven-Eleven”, los vivos se casan y tienen hijos con fantasmas, o una abuelita guarda un pueblo entero dentro de su bolso.
Pero al contrario de lo que sucede en mucha fantasía, Link no se queda en el concepto brillante, sino que explora a partir de allí, sin perder de vista a sus personajes y la manera en que el elemento imaginativo es relevante en sus vidas. A veces lo fantástico es un fascinante telón de fondo, como en “Some zombie contingency plans”, cuyo frustrado protagonista vive obsesionado con qué hacer en caso de que los muertos vivientes lleguen de improviso, o como en el relato que da título al libro, una fantasía metaficticia en la que la poesía frágil de los amores adolescentes discurre en paralelo con una serie de televisión imaginaria cuyas descripciones fugaces constituyen una de las creaciones más subyugantes que un servidor haya encontrado en la fantasía, y tanto más cuanto que nunca llegamos a saber lo suficiente de ella para hacernos una idea cabal.
Otras veces Link mete la directa y nos brinda piezas laberínticas como la clausura del libro, “Lull”, cuya crónica del fracaso de un matrimonio, a través de subtramas imbricadas unas dentro de otras, incluye invocaciones al demonio, líneas de sexo telefónico que ofrecen relatos insinuantes contados al revés, máquinas del tiempo, alienígenas, copias múltiples de una misma persona y mil y un detalles caleidoscópicos que configuran todo un fascinante desafío para el lector, que podrá releer estas páginas una y otra vez y sacará algo diferente en cada recorrido.
Pero estoy perdiendo un poco el tiempo, porque ninguna descripción puede hacer verdadera justicia a estos relatos, que ponen patas arriba muchos de los tópicos de la fantasía (como en “Stone animals”, la más peculiar historia de casas encantadas que me haya sido dado leer) y a la vez resultan del todo creíbles y entrañables en un plano puramente humano. Quizá sea necesario entrar en el juego que propone la autora (algo imposible para muchos que siguen viendo el surrealismo como un desagradable moho adherido a la cultura del siglo XX), pero la recompensa es considerable. Estamos ante el típico libro que, habiéndolo acabado de leer, me inspira ganas de volverlo a empezar desde el principio, pues siento que no he sacado de él todo lo que tiene, que deseo volver a asistir boquiabierto al sentido de la maravilla que me inspira su inconcebible despliegue imaginativo. Pura magia ante la cual uno se siente un mero principiante.
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8 comentarios:
Una reseña extraordinaria.
Sólo he leído el relato de Link que se publicó en Gigamesh, "Viajes con la reina de las nieves", y me dejó bastante frío. Se la vendía como otro Ted Chiang y me sentí un tanto defraudado. Pero después, hablando con gente que había leído "Stranger Things to happen" y ésta que ahora comentas, me han entrado unas ganas terribles por leerla.
A ver si alguna editorial vuelve a romper el tabú de las antologías y nos la "descubre".
Ese cuento también lo he leído yo. No está mal, pero es un tanto primerizo y no da idea de lo que vendría después.
Link ha "madurado" bastante, en el sentido de que su obra es ahora más ambiciosa y compleja, pero, guste más o menos, creo que es una de las nuevas voces más interesantes que me he encontrado.
No creo que tenga gran cosa que ver con Ted Chiang, por lo poco que conozco de él, que por otro lado es bastante bueno (su cuento "La historia de tu vida", hizo que tuviera que tragarme muchos de mi prejuicios contra la CF de base "hard").
Lo de las antologías es todo un problema, porque hunde en la miseria a los autores que han destacado más en distancias medias o cortas. Sin ir más lejos, es una de las razones que mantiene inédito en España uno de los libros recientes que más me fascinan, "City of saints and madmen" de VanderMeer, que para mí da una idea de su talento mucho más completa que "Veniss soterrada".
Ojalá pudiera decir que he encontrado en este libro lo mismo que tú, porque me gustaría. Pero no: la lógica de los cuentos de Link se me escapa, y las acumulaciones de imágenes de cada historia, en lugar de resultarme fascinantes, me irritaron cada vez más. Sea cual sea el truco mental que hay que hacer para captar el virtuosismo de estos textos, se me escapa.
Ni siquiera me parecieron particularmente originales: "Stone Animals", por ejemplo, me recordó todo el rato a la "Carta a una señorita de París" de Cortázar (que es, éste sí, una obra maestra).
LGP
Hombre, es que ya dije que o entras o no entras en el juego.
El truco mental para mí es simplemente relajarse y disfrutar.
Lo del parecido con Cortázar es evidentísimo: en ambos cuentos aparecen misteriosamente conejos.
También hay conejos fantasmagóricos en las pelis "El invisible Harvey", con James Stewart, y "Donnie Darko". No sé si el hecho basta para incluirlas en una línea artística común.
Contraejemplo: _Black Juice_ de Margo Lanagan. Ya me contarás.
Y no me difumines la cuestión, hombre, que la imagen clave de "Stone Animals" no son los conejos, sino su *proliferación*.
Me apunto la recomendación de Margo Lanagan, sobre quien llevo tiempo oyendo cosas buenas. Tardaré un tiempo, pues mi último pedido puede llevarme meses, pero no se me olvidará.
Aun así creo que la proliferación de los conejitos cumple funciones diferentes en ambos relatos: en Cortázar, según recuerdo, era una especie de imagen de los impulsos físicos espontáneos del narrador, cuya educación burguesa le impedía admitirlos como algo natural; en Link me parecen un emblema de la incomodidad creciente de la familia en su falso paraíso suburbano, unido a otra circunstancia inquietante como es el rechazo progresivo que les produce hasta el más cotidiano de los objetos, ya que sus posesiones van volviéndose "encantadas" una tras otra.
Amén de que hay otros factores en este relato largo y complejo, como la suprema ambigüedad en la relación entre el marido y su jefa, o el creciente aburrimiento de la esposa ejemplificado por su eterno cambio en las pinturas de las paredes y el tiempo que pasa con los catálogos de colores. Entre otras cosas.
Sí que es cierto que en literatura ya hay poco nuevo que inventar, y a veces es difícil saber si la inspiración en otros autores es directa o simplemente son cosas que flotan en el ambiente. Por ejemplo, "Lull" usa el recurso de la narración hacia atrás, algo que han usado ya muchos autores, como Fritz Leiber, Alejo Carpentier, J.G. Ballard o Martin Amis. ¿Quién usó por primera vez este recurso? Pues seguramente algún griego o romano. Pero el uso que de él hace Kelly Link me parece sugestivo.
Me viene la idea de releer algos relatos, el de Cortázar y el de Link, y publicar aquí un estudio comparado. Puede ser interesante. Algún día.
Abuelo Igor: "otra circunstancia inquietante como es el rechazo progresivo que les produce hasta el más cotidiano de los objetos, ya que sus posesiones van volviéndose "encantadas" una tras otra."
Dos palabras: "Casa tomada".
En todo caso, me parece acertado tu análisis del relato por temas; lo que sucede es que refuerza mi impresión de que los relatos de Link son más apropiados para hablar sobre ellos que como experiencia estética en sí mismos. Dicho de otra manera: contados suenan mejor de lo que son.
Curiosamente, lo intelectual de la propuesta de Link debería hacerme picar como un pardillo... por eso me choca tan negativamente que no fuera así.
Puestos a intercambiar réplicas de sólo una o dos palabras, yo también podría decir: "Bestiario".
Que la señora Link conozca la obra del señor Cortázar (que lo mismo no la conoce, quién sabe) no sería para echarse las manos a la cabeza y tildarla de poco original. Un montón de autores que todos conocemos y que los lectores aman han "mamado" y siguien de manera obediente y servil al señor Tolkien y nadie se lo reprocha...
Lo de que los relatos parezcan mejores contados que leídos supongo que depende de la sensibilidad y gustos de cada lector. Yo puedo decir que disfruté como un enano con "The faery handbag", "Catskin", "The Hortlak", "Magic for beginners", "The great divorce", y casi podría apurar el libro.
Cuando yo leí mi primer cuento de Link, que es "Louise's ghost", no pensé, "qué estructura conceptual más flipante", sino que me pareció un relato divertido. Es verdad que la mujer va derivando hacia una literatura con más pretensiones, pero tampoco la veo tan torremarfileña: sus apoyos en la vida cotidiana y la cultura popular (pienso ahora en las series de Joss Whedon, que me parecen un referente claro del cuento que da nombre al libro) son demasiados para eso.
Pero para gustos, colores. Yo por ejemplo me tiro por los suelos de risa con "Monty Python's Flying Circus" mientras otros no le ven gracia ninguna, y supongo que desde su punto de vista tienen razón.
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