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Mi gran amor del mes de febrero
Un gordito andaluz decía, saliendo del concierto de Return to Forever, que la música no es un deporte. Zappa decía que sus solistas solían
terminar sus intervenciones con chorros de notas muy rápidas y agudas como
metáfora de la eyaculación y su poder masculino. O sea que el virtuosismo es
cosa de machos luciendo su longitud genital, mientras que las hembras prefieren
acunar o acariciar oídos con voces tipo Diana Krall. Por suerte, queda Japón:
al igual que Utena Tenjo llevaba uniforme masculino, quería ser príncipe y no
princesa y se batía a espada, Hiromi Uehara se marca temas tipo “Tarkus”, es amiga
de los pasajes enrevesados e improvisa explosivamente sin miedo al qué dirán. Cuando
escuché su “Time Control” se me cayeron los lagrimones y comprendí que uno de
los grandes amores de mi vida siempre será el jazz-fusión.
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