domingo, 29 de diciembre de 2013

"Shinjuku dorobo nikki" (1969): Wilhelm Reich en Tokio


 
Peculiar aportación nipona al sesentayochismo, y uno de los contados ejemplos que podrían justificar llamar a OshimaGodard de Oriente”, “Diario de un ladrón de Shinjuku” cae bien por la misma razón que cae bien Makavejev: por su fe en la energía sexual, que hace de nuestra libido una bomba terrorista en potencia. El ladrón epónimo roba libros para excitarse, pero ni siquiera una monisima librera es capaz de llevarlo al orgasmo. Mientras, suena obsesivamente la canción “Un pueblo llamado Alí Babá”, de un gordito con melenas llamado Juro Kara, que mete a los chicos en su grupo de teatro que mezcla leyendas ancestrales con performance provocadora. Los actores habituales de Oshima hablan de sexo y, cuando por fin la pareja logra consumar su amor, su fuego contagia a las masas oprimidas de Shinjuku, que asaltan y queman una comisaría.

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