jueves, 2 de abril de 2015

XII Muestra SyFy, capítulo VIII: El momento Super Glue


La culpa de todo la tiene Haneke. Antiguamente, Austria eran los gorgoritos de la familia Trapp, juergas vienesas al ritmo de polkas de la familia Strauss y alegres picardías sexuales al estilo Arthur Schnitzler. Pero vino el venerable Pepito Grillo de blancas barbas a recordarnos que allí había nacido Hitler y que en realidad el reino del Este ocultaba bajo su plácida superficie mil violencias y monstruosidades esperando estallar bajo la frágil burbuja de la civilización. Luego llegan noticias como las del tal Josef Fritzl y parece que los hechos le dan la razón.


Pero el caso es que es llegar una peli de Austria y echarse a temblar. Lo cual es positivo, porque el acercamiento al terror de este tipo de miradas posibilita que llegue a las pantallas de la Muestra SyFy una producción de Ulrich Seidl, “Ich seh ich seh” (literalmente “Veo veo”, que da el tono de juego infantil del que carece el título anglosajón “Goodnight mommy”). Sesión malrollera por excelencia del fin de semana, con un glacial estilo de cine de autor no válido para todos los paladares del público pero extrañamente cercano a las viejas obsesiones de Cronenberg (esa madre oculta por vendas quirúrgicas, ese ambiente con abundancia de blanco que puede recordar a una clínica) y a las siempre agradecidas historias de niños diabólicos, con un lento crecendo de malestar que desemboca en un par de secuencias de las que deberían hacernos cerrar los ojos pero sin conseguirlo…


Incluso si el concepto básico, muy emparentado con cierta peli de 1972, se intuye desde la primera escena, hay mucho más para ocupar nuestra atención: un vivero de insectos, en los que siempre se puede confiar para dar grima, una secuencia estilo “vídeo arte” en la que la madre se desnuda en un bosque y su cabeza se pone a vibrar incontrolablemente, una magnífica demostración de la incapacidad de los voluntarios de la Cruz Roja para reconocer el mal y un par de máscaras primitivas que hacen más por evocar la vuelta de la infancia al salvajismo que todo el metraje de “Cub”


Películas como esta han sido las que me han hecho sospechar que algunos de los viejos seleccionadores de gusto gafapastil de los tiempos del Palafox han vuelto a colaborar con la Muestra: no es la única película proyectada que nos recuerda algo a la “cult movie”, tan evocada por Dolera con fines algo sórdidos, que fue en su momento “Canino”. Esa poética de arte y ensayo, ese scope de encuadres que no perdonan, ese horror hogareño que acecha. Habrá quienes hubiesen preferido ver otra “Grabbers”, pero, si para ver algo tomado en serio tiene que ser germánico y traumatizante, yo me apunto.

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